jueves, 5 de noviembre de 2009

Aprender.

Como bien decía Olivia, todo pasa por una razón. No se si es el fatuo destino, un dios omnipotente, o todo fruto de la casualidad, pero al final todas las mantas vuelven a sus camas.
Aprender es algo que hacemos a lo largo de toda la vida. Aprender a tolerar, a querer, aprender simplemente, a vivir con la gente, con las cosas que te da la vida, e incluso con las que no te da.
Aprender que las pelis de Disney solo duran 90 minutos, pero que puedes vivir tu vida como te de la gana en realidad sin guiones y sin personajes secundarios, y eso no acaba nunca, lo haces como quieras tú. Aprendes que si al mirar al otro no suenan violines y aparecen arco iris esta bien, por que significa que eres consciente de que lo que tienes es real, aprendes que en esta vida no se necesita nada más. A veces la cosa va bien o a veces va mal, pero cuando aprendes de las cosas del pasado comprendes las cosas del futuro.
Eso es en definitiva aprender a ser feliz.

Esto para los que no sepan la historia de la manta de Olivia.

La Manta de Olivia:
Yo vivía con Olivia y con Rita. Olivia era una mujer muy mística, un día estábamos las tres tendiendo y la manta preferida de Olivia, que era una manta que tenia desde que era un bebe, se fue volando impulsada por una ráfaga de viento. La reacción de Olivia a esto fue decirnos que no pasaba nada, que aquello solo significaba que había llegado el momento de separarse de su manta, si no no hubiese salido volando, si no, pues ya volvería.
Vivíamos en un 8º, así que la manta salio volando muy alto, planeando por encima de los edificios de la ciudad, esa manta no tenia cara de querer volver.
El caso es que un día entrando las tres en casa, encontramos la manta dobladita en el portal. Había vuelto a casa. Estaba sucia y rota, pero estaba en casa otra vez.
Todo ocurre por una razón, aunque esta solo sea el echo de aprender a aprender. Y al final todo vuelve a como debió haber sido.